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miércoles, 18 de marzo de 2020

EN UN BESO LA VIDA



"Besándome en la boca me dijiste, sólo la muerte podrá alejarnos...

Así comienza aquel famoso tango que escribiera el argentino Héctor Marcó, por allá en 1940.

Desde que comenzó la cuarentena social y colectiva en Caracas, he estado monitoreando la avenida Fuerzas Armadas y lo he vivido así:

Día 1.- Las farmacias abarrotadas, las personas montadas unas encima de otras, el objetivo era acceder a tapabocas, alcohol, gel antibacterial, antipiréticos y alguna otra necesidad no motivada por el Covid-19.

Las ventas de víveres y alimentos no perecederos, abarrotadas y la gente en pugna tratando de ser los primeros o únicos en satisfacer su búsqueda, la lista de productos buscados es muy variada, sin embargo destacamos arroz, papel tualet, pasta, papel tualet, harina de maiz, papel tualet, azúcar, papel tualet, café, papel tualet, y en menor grado otros rubros, cada uno acompañado con papel tualet, fósforos, papel tualet, yesqueros, papel tualet.

También panaderías fueron invadidas por muchas personas y adquirieron pan, refresco, galletas, cigarrillos, chucherías varias y en otros locales diversos se observó la compra de papel tualet.

Los locales de ventas de frutas, legumbres y verduras no tuvieron la capacidad de respuesta para abastecer de sus productos a una multitud que como el barbarazo, acabó con tó. Este movimiento de personas se desarrolló durante todo el día.

Las licorerías también fueron vaciadas de las bebidas espirituosas más variadas y más económicas, igual suerte corrió el hielo y los refrescos. Asistieron los que pidieron para llevar y los que se llevaron la carga puesta, así es como en una popular licorería de la esquina de San Luis, adyacente a la Estación Mercado de las Flores del sistema Bus Caracas, nos conseguimos un grupo de personas reunidos en torno a una botella de lo que hoy llaman ron. Eran cinco cada uno con su tapaboca. 

Eso llamó la atención grandemente, yo tratando de mantener un metro y medio de distancia en un espacio de tres metros cuadrados, donde estábamos aproximadamente 100 personas, y ellos entre chistes y risas me provocaron envidia; toca la ronda y uno de ellos destapa la botella, desliza en tapaboca hacia abajo y se echa un trago a pico, pasa la botella hacia el que tiene a la derecha y este repite el mismo ritual y así hasta el número cinco, el primero recibe la botella la tapa y continúa la cháchara, el alcohol elimina el virus.

Me alejé de la multitud de la farmacia y me dirigí a otra menos congestionada, en el camino observé como se consiguieron una mujer y un hombre que con gran efusividad se saludaron, abrazaron y besaron ante los ojos desorbitados de una muchacha que obviamente si tenía claras las medidas dictadas por el presidente de la república.

Después de obtener lo que requería, me fui a casa haciéndome una pregunta que hasta hoy no tiene respuesta.

¿para qué tanto papel tualet?

Algo me dejó claro este primer día, muy poca gente, al menos en esta zona, respetó los lineamientos diseñados para controlar la propagación del Covid-19, pocos tapabocas y mucho contacto físico.

Día 2.- Mi paso por la avenida fue muy breve, menos afluencia de personas, más uso de tapabocas, desconfianza en los saludos, visiblemente menos efusivos, pero el contacto interpersonal sigue siendo el problema, las personas se siguen atropellando se pegan en las colas de los locales para que nadie se colee, toman los objetos que tomaron otros y los vuelven a dejar para que entren en contacto con más personas.

Comienza el recorrido a pie y en vehículo de las autoridades, es muy notable el movimiento de los funcionarios de la Policía y la Guardia Nacional Bolivariana en grupos de tres guardando la distancia.

Pero en los locales comerciales es diferente, se te pegan, te respiran encima, salen y se sacan el tapaboca para fumar y comparten “una colita ahí”

Importante ver las rondas de vehículos perifoneando los horarios para los comercios y recordando que es una cuarentena, no son vacaciones. 

Estando en una cola para comprar y observando gente pasar de un lado a otro, anuncia una camioneta de la Guardia Nacional Bolivariana que falta media hora para el cierre de comercios, la extrañeza fue general, ninguno de los presentes habíamos vivido algo así. 

Pasaba una señora que con los ojos muy abiertos, protestó, "Esto parece una película de terror" y una señora delante de mi en la cola, le grita, "SI NO LA QUIERES VIVIR, QUÉDATE EN TU CASA".

Es el segundo día y se siente el estrés por la falta de costumbre, algunos se quejan de la falta de agua, otro que no tiene gas y una joven dice con mucho rencor, "al menos ustedes tienen para comprar", se desató una vergüenza colectiva en la cola.

De regreso me saluda alguien que no pude reconocer por el tapaboca  y una gorra no dejaba ver sino los ojos en una oscuridad local, esa misma persona le dijo a un señor de avanzada edad, "viejo ponte un tapaboca", la respuesta fue veloz y corta, "anda a lavarte ese culo", hasta el que mandaron a lavar soltó su carcajada, yo también y así regresé a mi cuarentena.

En la noche desde la ventana escuché una voz en la calle que realmente me sorprendió, era el altoparlante de la unidad móvil de la Guardia Nacional Bolivariana mandando a su casa a dos adolescentes que estaban en la Plaza de los Liceos en pleno romance, mal sitio escogieron, gracias a la Misión Venezuela Bella, esa plaza está muy iluminada. El regaño por altavoz terminó con un "vamos pa' su casa, vamonos"

Día 3.- Salí más temprano y había gente como un día normal, no había buhoneros en ninguna acera, pero los comercios abiertos, excepto las ferreterías, hasta las tiendas de mascotas estaban laborando.

Colas en cada local, es como si estuvieran aceptando el petro por biopago, cada quien con su tapaboca, muchos con guantes, saludos con la mano al aire, con movimientos de cabeza y expresiones de amor, manifestadas en palabras.

Extráñamente los locales estaban surtidos de mercancía, como si no hubiesen vendido nada el día anterior.

Una vez más pude notar que la aglomeración no deja espacio de metro y medio entre personas, es como si nadie supiera que ese contacto puede hacer que alguien se lleve el virus a su casa.

Ante los reportes de contagiados, es fácil darse cuenta que afecta en mayor porcentaje a quienes tienen mayor poder adquisitivo, son quienes pueden viajar y sólo se mezclan entre ellos, esto, para la mayoría de los habitantes de San José, específicamente los que viven en la avenida Fuerzas Armadas, es una mala noticia, son de la clase pelabolas.

Alejándome de los tumultos pasó algo que le dio título a este escrito, en razón de que no debemos saludar con besos, abrazos y apretones de mano. Se cruzan dos chicas una viene de norte a sur y la otra en sentido opuesto, se ven y con mucha alegría se bajan los tapaboca, se dan un beso en los labios y un abrazo que como en otrora, no causó repulsión sino terror ante la posibilidad de un contagio, un viejito les dice mija se pueden morir y yo tarareo, en un beso la vida...

Ya camino a casa me cruzo en el camino con una señora bastante mayor, sin tapaboca y respirando por la boca, se veía un poco cansada o enferma, me detengo y le pregunto, "¿Te sientes bien mi amor?", recobró las fuerzas, me miró a los ojos y me dijo, "coño'e tu madre madurista", "Buen día" le respondí sabiendo que estaba mal, pero de consciencia.

Llegué a casa y le pregunté a mi esposa algo que se ella no me iba a responder, pero que no he logrado entender de esta pandemia de Covid-19

¿para qué tanto papel tualet?


Alejandro Serrano "Las cronicas de El Trova"
Caracas, miércoles 18 de marzo de 2020

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